El proyecto de rehabilitación de la casa natal del político malagueño cumple sus primeros diez años en el limbo arquitectónico del Ayuntamiento
Lucas Martín 25.02.2014 | 05:00
«No olvides, vida mía, que el amor Sagasta». Ni siquiera el poema jocoso que le dedicara Ramón Irigoyen en su libro Cielos e inviernos puede competir como broma pasada de rosca con el estado en el que se encuentra el número 9 de la calle Nuño Gómez. Allí, en 1828, nació el que es junto a Picasso el malagueño más influyente de la historia contemporánea, aunque cueste creer en eso frente a un armazón consumido por la herrumbre. Diez años después de que se presentara el último proyecto, la casa de Cánovas de Castillo, adquirida por el Ayuntamiento en 2001, sigue apuntalada y en estado indecoroso, de ruina. Y lo que es peor, sin expectativas a corto plazo para redimirse.
Según informa Eduardo Zorrilla, portavoz